Cada día nuestros hijos tienen menos oportunidades de conectarse con la Madre Tierra. Si pensáramos en los efectos tan benéficos que tiene el contacto con la naturaleza en su desarrollo, pelearíamos porque hubiera más árboles, más flores, más jardines y hortalizas comestibles para ellos. Organizaríamos marchas para que los centros de estimulación temprana fueran en un jardín y no a puertas cerradas y pediríamos que el tiempo al aire libre en las escuelas fuera mucho más extenso.
Si pensamos que la naturaleza es nuestro entorno más esencial y el lugar en donde podemos conectar con nuestro “yo interior”, deberíamos todos los días de darles esas dosis de vitamina “Verde”. He tenido la suerte de pasar los primeros años de la vida de mis hijas en ciudades donde las actividades al aire libre son parte de mi día a día y noto los beneficios que les trae este contacto habitual con la naturaleza. No sólo veo que el estar afuera les fomenta la creatividad y la intuición, pero también promueve la actividad física, y les ayuda a que los periodos donde tienen que poner atención sean mayores.
Tristemente la vida en las ciudades y las prisas por llegar a las mil y una actividades que tienen nuestros hijos, hacen que perjudiquemos su ritmo natural de aprendizaje. La infancia es la etapa más mágica, libre de responsabilidades, llena de descubrimiento, sorpresa, curiosidad y luz y al alejarlos poco a poco de la naturaleza les estamos robando un poco de esa magia.
Cada vez veo más mamás y papás preocupados porque sus hijos no se mojen, no se ensucien, no se caigan. Ahora empiezo a entender porque tristemente muchos parques se han vuelto tan aburridos. Porque ahora en lugar de pasto, para que el niño pueda estar descalzo, ponen un piso especial para evitar caídas, no hay areneros porque el niño se puede ensuciar, ya no hay piedras porque el niño se puede pegar, y mucho menos encontraremos agua porque se pueden mojar. Y no se diga la invasión de la tecnología, esta sí que les esta robando a los niños el tiempo más sagrado.
¿Qué podemos hacer?
Intentemos priorizar, los niños necesitan Vitamina Verde. Cambiemos actividades entre cuatro paredes por un paseo en el parque, una escapada a la playa, una ida a la montaña, una visita al campo o cualquier lugar que tenga verde. Démosle a nuestros hijos regalos que puedan usar al aire libre como cometas, pelotas, una lupa para encontrar bichos, un recipiente para guardar piedras, conchas e insectos.
Sé también que muchas veces es difícil salir de la casa, pero entonces incluyamos elementos de juego naturales para que tengan la posibilidad de jugar con agua, tierra, palos, piedras, arena y hojas. Se sorprenderán lo que ellos son capaces de enseñarnos y lo que disfrutan experimentar con estos elementos.
Démosle a nuestros hijos la oportunidad de moverse libremente, de andar descalzos, de ser más felices, de conectar con ellos mismos. Sin duda alguna estaremos criando niños más fuertes, más seguros de si mismos, más conectados, más empáticos y más sociales. Estaremos criando niños mojados, raspados y sucios; pero sin duda más felices.
Foto por Liana Mikah en Unsplash