Existe un regalo que pueden darle a sus hijos que va a servirles para toda la vida. No me voy a poner filosófica, diciéndoles que ese regalo es más tiempo de calidad, amor, risas y abrazos para que sus hijos en un futuro sean hombres y mujeres felices. Aunque obviamente esto es importantísimo.
Pero en temas de salud, el mejor regalo que podemos hacer para que nuestros hijos puedan vivir más años que nosotros y con una buena calidad de vida, es intentar eliminar el azúcar refinado de sus dietas lo más posible.
Quizás muchos crean que al no darle dulces a sus hijos ya están dándoles este regalo, pero hay muchos alimentos disfrazados de “saludables” que están dañando la salud de nuestros hijos a escondidas, silenciosamente, todos los días.
A la fecha no conozco a ninguna mamá que conscientemente le de a sus hijos el azúcar a cucharadas, pero si conozco a muchísimas que no acostumbran leer las etiquetas de los empaques con la información nutricional y que son bastante relajadas con el tema.
A esto si le sumamos las horas que los niños pasan sentados en las escuelas, mirando televisión y jugando videojuegos, estamos criando una generación sedentaria, poco imaginativa y obesa con una gran probabilidad de desarrollar diabetes.
En este primer año que mis hijas han estado en la escuela, me impresiona la poca atención que los papás le prestan a este tema. De lunch les mandan galletas, yogurts azucarados, sándwiches con mermeladas, spreads de chocolate y jugos, con el pretexto de que a sus hijos no les gusta nada más y si les mandan esto al menos comen algo.
Las fiestas son mi peor pesadilla. Y aunque he terminado por relajarme un poco, y les dejo escoger un par de dulces de la piñata y comerse la rebanada del pastel, me siguen pareciendo una locura innecesaria las mesas de dulces. Además, siempre la comida va acompañada de jugos o aguas con demasiada azúcar. Todos los estímulos son a base de azúcar, azúcar y más azúcar.
Pero el problema no está nada más en lo que se mete en las loncheras de los niños o lo que se les da en las fiestas. Todo empieza en la casa, donde la gran mayoría tienen en su despensa cereales con azúcares, mermeladas, spreads como la Nutella y jugos. Después están los yogurts de frutas, la cátsup y los aderezos para ensaladas que tienen una cantidad desmedida de azúcar.
Con esto, nuestros hijos ya están ingiriendo mucha más del azúcar que se recomienda por día. Aunque parezca exagerado necesitamos empezar a contar los gramos que consumen, porque es muy fácil darles mucha más de la que necesitan sin darnos cuenta.
Seamos inteligentes sobre el tipo de azúcar que les damos. Por supuesto que la necesitan para proporcionar energía a su organismo, pero de manera natural. Los niños entre 4 y 6 años no deberían de comer más de 19 gramos, lo equivalente a 5 cucharadas.
Algunos consejos que puedo darles
- Eliminen lo más posible los alimentos procesados y empacados que siempre traen azúcar y ni nos damos cuenta que la estamos consumiendo.
- Cambien los cereales por alimentos integrales, y los yogurts de frutas por naturales con endulzantes naturales.
- Eliminen los jugos y los refrescos por completo. Si quieren darles un jugo háganlo ustedes con base de verduras y una sola fruta, o preparen aguas frescas de fruta natural.
- Involucren a sus hijos en la preparación de su comida, se van a sentir orgullosos de haberla preparado y seguramente se lo van a comer.
- Sean ejemplo. Si sus hijos los ven escogiendo una fruta en lugar de un pastel ellos van a terminar haciendo lo mismo.
- Encuentren un balance, prohibirles un postre o un dulce va a hacer que los quieran más. De vez en cuando comer un pastel, un helado o un dulce es parte de ser niño.
Que no se nos olvide que la infancia es una oportunidad única para tener un impacto en la alimentación, la educación, la calidad de vida de nuestros hijos y la prevención de enfermedades futuras.