Cuando estuve embarazada de mis bebés, intenté estar un poco alejada de la sobre información del Internet y de las redes sociales, pero sobre todo de la gente negativa que te intenta asustar con sus historias del terror.
Así que decidí ser más selectiva, preferí leer buenos libros, artículos y blogs que fueron recomendaciones de personas que nunca trataron de imponer su filosofía parental, sino de compartir conmigo algo que les sirvió en el proceso de convertirse en papás.
Personas que no sentían que su forma era la correcta y única en el mundo, pero sobre todo que no juzgaban a los que no lo hacían como ellos. Al final de qué sirve ser un gran papá para solo pasar dando cátedras de lo maravillosa que es tu forma de educar y hacer las cosas, cuando en el fondo estás criticando a los que no lo hacen “tan bien” como tú.
Me acuerdo de estar en una cena en donde me preguntaron ¿Qué estilo de crianza es el que vas a utilizar con tus hijas? Y sin ser grosera, contesté con mucha honestidad: “al mío”.
Ellos esperaban que les dijera que quería ser una mamá tigre muy estricta o perfeccionista, o quizá una madre helicóptero más sobre protectora. O una fiel discípulo del pediatra Carlos González y seguir todas sus ideas al pie de la letra. O que quizás había analizado y estudiado los cientos de filosofías que existen y que me quería apegar a alguna.
¿Por qué la crianza de mis hijas tiene que encajar en un estilo? Por qué no podía crear mi propio estilo, uno que antes que nada genere armonía en mi hogar y complicidad entre mi esposo y yo.
Elegir entre un estilo u otro, es encerrarte en una forma muy específica de educar, sin pensar si quiera que uno de éstos puede funcionar mejor con un hijo que con otro. Más bien creo en filosofías de vida que inculcadas con amor a nuestros hijos desde muy pequeños pueden ser muy exitosas.
Mis hijas tienen apenas 11 meses de vida, y se que me queda un larguísimo camino por recorrer en donde quizás me coma estas palabras y encuentre una filosofía que tenga todo lo que crea que necesito para educarlas. Por ahora creo que la que definitivamente he utilizado sin cansarme es la de amarlas más que a mi misma. La filosofía de saturarlas de besos y abrazos, de marearlas hasta el cansancio con las canciones que les canto mil y un veces y aburrirlas un poco con los bailes de todas las tardes.
Tengo reglas, eso si. Soy estricta con los horarios (que con gemelas es una necesidad para poder respirar) y bastante radical con el tema de la exposición a la tecnología (a ver cuánto me dura, espero que lo más posible).
Creo que lo importante es que cada quien decida cómo quiere criar a sus hijos (y que el resto respetemos), intentar estar siempre alineados con sus parejas para no dar dobles mensajes a los niños y morir todos en el intento por tratar de hacer lo mejor que se pueda.
Foto por Derek Thomson en Unsplash