Cuando veo a mis hijas disfrazadas y entrar en el papel de su personaje, no puedo gozar más de verlas crear un mundo mágico.
Aunque a simple vista el usar una corona, un disfraz de superhéroe, de princesa, de pirata, de hada, policía, bombero, bruja o catrina parezca solamente una actividad creativa, lo que se activa y estimula en el cerebro de nuestros hijos es impresionante.
Algunos de los beneficios que disfrazarse les aporta a nuestros hijos:
- Desarrollo del cerebro. Es un gran ejercicio para la memoria que ellos se acuerden de los atributos que tiene el personaje que están interpretando.
- Comunicación y vocabulario. Al crear situaciones diferentes a las de su día a día van a encontrar la forma de expresarse y recordar palabras que quizás no usan a diario.
- Solución de problemas. Si están jugando con alguien más tendrán que decidir quien interpreta cada rol, por ejemplo si van a jugar al doctor, tienen que elegir quien hará de doctor y quien de paciente.
- Habilidades motrices. Ponerse y quitarse el disfraz y accesorios es un gran ejercicio motriz. Es muy importante tener los disfraces siempre a su altura, puede ser en un perchero o en un baúl o canasta de fácil acceso para ellos. Que no necesiten de nosotros para poderse disfrazar.
- Exploración de género. Creo que es muy sano para los niños que usen de todo tipo de disfraces sin importar el género. Así vamos poco a poco eliminando estereotipos.
- Imaginación y creatividad. Es además un gran recurso para canalizar la expresión de sentimientos.
- Socialización. Si están jugando con otros niños esto les reafirma que deben cooperar, tomar turnos y aprender a compartir.
Como papás podemos ir introduciendo disfraces que les ayuden a generar empatía y entre los 3 y 6 años es ideal presentarles el mundo de las profesiones o enseñarles sobre personajes históricos y cultura.
Intentemos no forzarlos a usar cierto disfraz, sino siempre dejarles varias opciones a la mano y que sean ellos los que decidan.
La infancia es para que jueguen, gocen, disfruten, inventen. No los llenemos de cientos de actividades, dejémosles tardes libres para que justamente puedan disfrazarse y gozar de una tarde de imaginación y cero prisas.
La gran maravilla de disfrazarse es que es una actividad abierta, siempre cambiante, en donde nunca hay correcto o incorrecto, simplemente diversión, libertad y mucha imaginación.