La magia de disfrazarse

Cuando veo a mis hijas disfrazadas y entrar en el papel de su personaje, no puedo gozar más de verlas crear un mundo mágico.

Aunque a simple vista el usar una corona, un disfraz de superhéroe, de princesa, de pirata, de hada, policía, bombero, bruja o catrina parezca solamente una actividad creativa, lo que se activa y estimula en el cerebro de nuestros hijos es impresionante.

Algunos de los beneficios que disfrazarse les aporta a nuestros hijos:

  1. Desarrollo del cerebro. Es un gran ejercicio para la memoria que ellos se acuerden de los atributos que tiene el personaje que están interpretando.
  2. Comunicación y vocabulario. Al crear situaciones diferentes a las de su día a día van a encontrar la forma de expresarse y recordar palabras que quizás no usan a diario.
  3. Solución de problemas. Si están jugando con alguien más tendrán que decidir quien interpreta cada rol, por ejemplo si van a jugar al doctor, tienen que elegir quien hará de doctor y quien de paciente.
  4. Habilidades motrices. Ponerse y quitarse el disfraz y accesorios es un gran ejercicio motriz. Es muy importante tener los disfraces siempre a su altura, puede ser en un perchero o en un baúl o canasta de fácil acceso para ellos. Que no necesiten de nosotros para poderse disfrazar.
  5. Exploración de género. Creo que es muy sano para los niños que usen de todo tipo de disfraces sin importar el género. Así vamos poco a poco eliminando estereotipos.
  6. Imaginación y creatividad. Es además un gran recurso para canalizar la expresión de sentimientos.
  7. Socialización. Si están jugando con otros niños esto les reafirma que deben cooperar, tomar turnos y aprender a compartir.

Como papás podemos ir introduciendo disfraces que les ayuden a generar empatía y entre los 3 y 6 años es ideal presentarles el mundo de las profesiones o enseñarles sobre personajes históricos y cultura.

Intentemos no forzarlos a usar cierto disfraz, sino siempre dejarles varias opciones a la mano y que sean ellos los que decidan.

La infancia es para que jueguen, gocen, disfruten, inventen. No los llenemos de cientos de actividades, dejémosles tardes libres para que justamente puedan disfrazarse y gozar de una tarde de imaginación y cero prisas.

La gran maravilla de disfrazarse es que es una actividad abierta, siempre cambiante, en donde nunca hay correcto o incorrecto, simplemente diversión, libertad y mucha imaginación.

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