Los tristísimos acontecimientos que han sucedido en México este mes no son nuevos, simplemente se han visibilizado con algo que a todos nos llega a lo más profundo del alma, que es interrumpir la vida de una niña de esa forma tan atroz.
De todo lo que he leído y escuchado existe un común denominador para lograr que cada día sean menos estos casos, que va mucho más allá de políticas públicas, leyes o levantar la voz. Se trata de algo que puede sonar lógico para muchos, quizás no tan relevante para otros, pero ese común denominador es la crianza y es aquí donde podemos hacer algo al respecto.
Se han hecho varios estudios en los cerebros de los asesinos, y coinciden que hay actividad reducida en el córtex prefrontal, el área del cerebro que controla los impulsos emocionales, y una sobre activación de la amígdala cerebral, la zona que genera las emociones.
Por lo que parece que los asesinos tienen cerebros que los hacen más predispuestos a la ira y mucho menos capaces de controlarse. El neurocientífico Adrian Raine explica que una de las razones más comunes, puede ser el abuso infantil que genera daños físicos al cerebro.
Otra posible razón es la falta de un gen que produce una enzima llamada MAOA que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos. Alrededor del 30% de los hombres lo tienen , pero su activación depende mucho de lo que haya sucedido en su infancia. Hay muchísimos hombres que no tienen este gen, pero que tuvieron infancias felices y respetuosas y llevan vidas completamente normales de adultos.
Pero imagínense ahora la combinación de la falta de este gen con maltrato durante la infancia. Y no justifico las acciones de estas personas que arrebatan vidas, violan y lastiman. Lo que quiero que pensemos, es que con o sin gen, la infancia es determinante.
Y es aquí donde está en nuestras manos reducir esta violencia. En donde lo que cada uno de nosotros hagamos con nuestros hijxs en casa impacta e impacta de verdad. En donde criar desde una absoluta conciencia se vuelve crucial.
El problema comienza desde la infancia cuando la violencia de género empieza a mostrarse de manera sutil. Cuando los papás de niños o niñas no paran de tajo los chistes misóginos, por que es un chiste. Cuando circulan en los inocentes chats fotografías de niñas desnudas y semidesnudas, porque verlas no hace daño a nadie. Y cuando nadie pone un alto a esto, es entonces que los hijos de estos hombres, son los que quieren sobre pasarse con la del escote y la minifalda porque esas son mucho más fáciles. O son los que se aprovechan de la que tomó el trago de más para acostarse con ella, porque sin alcohol seguro decía que no. Así que llevártela en esas condiciones es un acto de alarde machista entre los amigos, en lugar de ser repudiado como un abuso sexual con cada una de sus letras.
Cuando desde el embarazo el rosa es de niñas y el azul de niños. Cuando los niños no juegan a la cocinita o cargan bebés porque los tenemos que enseñar a ser hombres. Hoy ya no cabe esto. Hoy cabe educar en igualdad, en enseñarle a un niño que el SI de una mujer tiene que ser en plena conciencia, y que muchas veces es si por presión social y entonces realmente es un NO. Que un NO SE es no, y que NO es un rotundo no.
Cuando educamos seres humanos, no niños o niñas, entonces empezaremos a educar en verdadera igualdad. En enseñarles a actuar en libertad con responsabilidad. Porque ya en este mundo el amor no es suficiente. Necesitamos educar igualitariamente si queremos parar cualquier forma de violencia contra las mujeres.
Es en la primera infancia (0-6 años) donde se comienza a formar la identidad de género, y aparecen los roles, estereotipos y expresiones de género, por eso es fundamental ofrecerle a nuestros hijxs experiencias, y brindarles el ejemplo que les ayude a formarse en libertad e igualdad. Esta ruptura de los roles tradicionales mis queridos papás y mamás vienen desde la casa. Si no enseñamos esto, estamos silenciosamente propiciando la violencia. Porque la violencia no solo son los golpes o el abuso psicológico.
Asi que ademas de criar en el amor absoluto a nuestros hijos, alejados por completo de los golpes, eduquemos también en la igualdad de género. Así y sólo así con amor e igualdad hay esperanza. Sólo así vamos a poder revertir las cifras alarmantes de feminicidios y violencia contra la mujer.
Sólo así vamos a lograr que nuestros hijxs, sin importar su sexo, puedan salir a la calle con la misma certeza de volver a sus casas a salvo.