Algunos aprendizajes en 19 días de encierro

Estos primeros 19 días de cuarentena (y los que nos faltan) han puesto a prueba nuestra paciencia, nuestra resiliencia, nuestra empatía, nuestra responsabilidad social como parte de un tejido colectivo, nuestra capacidad de adaptación, pero sobre todo, han puesto a prueba nuestra capacidad de controlar nuestra actitud ante la adversidad. De hecho en estos momentos, de las pocas cosas que sí están en nuestras manos, además de quedarnos en nuestras casas, es nuestra actitud.

En estos días he aprendido que tenemos la libertad de trascender con esta situación y escoger vivir en la responsabilidad, calma y amor, que no nos la va a dar nada ni nadie, mas que la relación que tengamos con nosotros mismos; o podemos escoger vivir esta experiencia desde el miedo y el estrés, que no podemos huirle si llega, que está bien reconocerlo, vivirlo y procesarlo, pero sobre todo debemos dejarlo ir.

He aprendido que la manera más tangible de vivir en el momento presente es contar todo lo que si tenemos en este momento y vibrar en gratitud. Es darme cuenta que se necesita de poco para ser verdaderamente feliz, y que la verdadera libertad está en nuestra mente, en nuestro corazón y en lo más profundo de nuestro ser. Que ser libre no es solamente poder salir, sino vivir con pensamientos ligeros y sin juicios.

He aprendido que mis hijas no necesitan que sea ni su maestra, ni su animadora. Pero si necesitan una mamá verdaderamente presente y calmada, alejada del celular, y conectada con ella misma para poder conectar con ellas. Y sobretodo necesitan a alguien que con amor profundo las acompañe en este proceso, que también es muy incierto para ellas.

Quiero que mis hijas se acuerden de estos tiempos como un momento en donde nos conocimos más, donde estuvimos más cerca de Dios que nunca, donde nos unimos más como familia, donde aprendieron a hacer más cosas por ellas mismas, donde bailamos y cantamos mucho, donde hubieron muchas noches de películas con palomitas y aprendimos a jugar nuevos juegos de mesa. Con esto no digo que no haya momentos de tensión, de estrés, de quebrarnos hasta las lágrimas, de equivocarnos. Pero esto también es aprendizaje, reconocernos imperfectos y abrazar nuestras emociones con la suficiente compasión para poder entonces abrazar las suyas.

He aprendido que el verdadero éxito es mantener a una familia en un ambiente seguro, donde se respire paz y calma. Que es momento de dejar a un lado las expectativas y ser más compasivas con nosotras mismas. Que cuando me relajo mi humor es mucho mejor, y por consecuencia el de mis hijas también.

Hoy he aprendido que el tiempo invertido en mi no sólo es importante, sino absolutamente necesario. Que hoy más que nunca la comunicación y el apoyo de la pareja se vuelve esencial. Que una alimentación saludable, algo de ejercicio diario y meditación, son medicina pura para el cuerpo, mente y alma.

Hoy no sabemos qué esperar, hoy más que nunca vivir un día a la vez se vuelve la verdadera forma de vida para no perder la esperanza y la salud mental. Hoy debemos intentar responder en lugar de reaccionar. Porque las respuestas vienen desde el corazón y esas nunca se equivocan.

Pero por sobre todas las cosas, hoy he aprendido que los verdaderos valientes y super héroes en esta historia son nuestros niñxs. Y que gracias a su inmensa luz, nos iluminan el camino y nos regalan a diario algo intangible pero maravilloso que es la esperanza de que algún día, aunque las cosas nunca vuelvan a ser iguales, todos vamos a estar bien.

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