Juguetes que discriminan

Durante estos más de dos años de haberme adentrado al mundo de la maternidad de dos niñas, declaro que no me gustan las jugueterías. Cada vez que entro a una, paso la mayor parte del tiempo en la sección de niños fascinada con la cantidad de juguetes divertidos e ingeniosos que hay para ellos, mientras que la sección de niñas despide un resplandor rosa que me repele. Y créanme que no tengo nada en contra de las muñecas, de los juegos de te y de las cocinitas.

Lo que me saca de mi, es que las jugueterías son el reflejo del mundo en el que vivimos, en donde estamos lejos de vivir en un lugar igualitario para nuestros hijos. Un mundo en donde podamos ver más allá del rosa y el azul.

Los juguetes son eso, juguetes. Y al ser juguetes estos no tienen sexo, por lo que su uso no tiene que estar predeterminado por el género del niño. Las cocinitas, los carritos de súper, las pelotas, los bloques, las escobas y trapeadores, los libros, los trenes y coches, las muñecas, las burbujas, las crayolas son objetos asexuados que ayudan a nuestros hijos a desarrollar habilidades, a crecer, a incentivar la creatividad.

Sus juguetes deberían estar determinados por sus propios gustos y necesidades de desarrollo, no por su sexo o color. Quiero que mis hijas puedan cuidar a sus muñecas con ternura, pero que a la vez quieran descubrir el espacio y pasarse la tarde entera haciendo experimentos y rompecabezas.

Creo que tenemos un larguísimo camino por recorrer, empezando por las empresas que se dirigen a los niños y niñas con esa mercadotecnia tan sexista. No sólo en los juguetes, sino en el diseño de la ropa, del contenido de los libros, de las películas. Me entristece ver que Lego, a quien creía muy igualitario, ahora sacó una gama de juguetes para niñas, en donde limitan a las niñas a construir salones de belleza y heladerías rosas.

Me indigna que cuando visto a mis hijas de azul, de gris o verde la gente les diga “niños”.  A mi nadie me dijo que estos colores sean exclusivos del sexo. Y podría pasarme dando mil y un ejemplos. Creo que lo importante es que como padres podamos defender a nuestros hijos del daño que esta división de roles pueda causarles. Que no seamos nosotros los que limitemos su capacidad de exploración y los liberemos de prejuicios y estereotipos.

Permitámosles descubrir libremente sus pasiones. Y luchemos por enseñarles con el ejemplo, que el mundo es mucho más que el rosa y el azul.

 

One Comment

  • Funtastic Mom

    agosto 17, 2018 at 4:49 pm

    Me encanta la manera tan sencilla cómo expresas el sentir de muchos padres. A ti te toca con el azul en niñas, a mí con el rosa o el púrpura en un niño. Es completamente injusto prohibirle explorar un juguete o cualquier objeto por su color. Limitando todas las posibilidades de creación e imaginación que pudiesen hacer con él. Encasillándolos y amoldándolos a una sociedad injusta. Pero después tenemos su transitar por colegios porque “los niños son crueles”. ¡No! Los niños no son crueles, nosotros les metemos cosas erradas en la cabeza que lo hacen decir cosas crueles. Me encanta leerte

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